El cerebro, el cuerpo y la ira.

La ira afecta la salud

Durante el curso de nuestras vidas, experimentamos circunstancias menores y mayores que cambian la vida, a veces de manera intermitente y otras veces como una serie de eventos conectados. Como resultado, los humanos se adaptan constantemente a los flujos y reflujos de la vida en un esfuerzo por mantener un sentido de equilibrio en nuestro cerebro, cuerpo y entorno circundante.

En este equilibrio, la ira leve es necesaria para la motivación y la activación saludable para completar las tareas cotidianas. Sin embargo, la ira crónica o compuesta más allá de las demandas cotidianas razonables puede abrumar el funcionamiento de nuestro cerebro y cuerpo. La ira crónica a largo plazo se vuelve tóxica, no solo para nuestro cerebro y cuerpo, sino también para nuestras relaciones, desempeño laboral y capacidad para manejar las responsabilidades cotidianas.

Los humanos poseen los recursos básicos necesarios para manejar y recuperarse de la ira. El cerebro y el cuerpo trabajan juntos constantemente para aliviar los impactos mentales y físicos de la ira. Sin embargo, esta resiliencia puede verse comprometida por la exposición repetida a eventos que alteran la vida, también conocidos como trauma, además de predisposiciones biológicas a enfermedades o padecimientos.

Cuando la resiliencia se debilita, el funcionamiento cognitivo y fisiológico de nuestro cuerpo disminuye, reduciendo nuestra capacidad de aprender, enfocar o concentrarnos, retener la memoria o tomar decisiones. A medida que disminuye la resiliencia, también lo hace nuestra salud; La presión arterial alta y las afecciones cardíacas, la inmunidad comprometida, la tensión muscular y el dolor, así como los trastornos digestivos y del sueño, son problemas comunes que enfrentan quienes se encuentran en un estado de ira crónica.

Los impedimentos cerebrales y corporales también pueden hacer que los enfados comunes y cotidianos parezcan abrumadores y agoten aún más los recursos internos necesarios para curarse y recuperarse. La exposición a largo plazo a la ira tóxica o crónica hace que sea más difícil recuperarse de las demandas de la vida cotidiana, y el bienestar general y la resiliencia de una persona determinarán cómo responde al trauma o la ira. Por lo tanto, es importante integrar estrategias cotidianas de reducción de la ira y de autocuidado para fortalecer la resiliencia. Las formas simples de hacer esto incluyen conectarse con su comunidad, pedir ayuda y buscar apoyo a través de los recursos de la comunidad, establecer límites en las relaciones y en el trabajo, así como mantener un horario de ejercicio, nutrición y sueño.

Hay aplicaciones móviles que puede descargar o clases comunitarias para ayudar a practicar ejercicios diarios de atención plena, meditación, relajación y respiración que controlan la ira.
Buscar ayuda profesional es común y beneficioso para su salud mental y física.

El Directorio de Salud y Bienestar de Barton, disponible en toda nuestra comunidad y en línea en bartonhealth.org/healthdirectory, es un excelente lugar para comenzar a fortalecer su sistema de apoyo y encontrar recursos.

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