Jim Graff: Entrega toda tu ira a Dios

El American Anger Institute informa que el 77% de las personas experimentan síntomas físicos causados ​​por la ira. El 48 % de las personas sienten que viven con un enojo extremo y el XNUMX % sienten que su enojo ha aumentado durante los últimos cinco años.

Esto probablemente no sea un shock para ti. La ira parece ser una epidemia desafortunada en nuestra sociedad actual, y muchas veces nos lleva directamente por el camino de la depresión. Pero aunque lidiamos con muchas razones para estar enojados a diario, Dios nos da una salida. Su bendición siempre llega a aquellos que eligen Su paz sobre el pánico.

En Juan 16:33, Jesús nos dice que tendremos motivos para enojarnos. Él dice: “…En este mundo tendréis aflicción. Pero anímate. He vencido al mundo."

Podemos vencer la ira reconociendo y recordando la soberanía de nuestro Padre. Pero tenemos un papel que desempeñar. La ira vendrá o se irá en función de nuestras decisiones. Dios nos da la respuesta a la elección de combatir la ira y la depresión en el Salmo 62:8-10.

La primera parte es que podemos combatir la ira y la depresión obedeciendo a Dios con nuestro tiempo. El versículo 8 dice: “Confía en él en todo tiempo, pueblo; derramad vuestros corazones a él, porque Dios es nuestro refugio.”

Dios nos da prioridades en las Escrituras que quiere que sigamos. Cuando priorizamos cosas como la lectura de la Biblia, la iglesia, la oración y la construcción de relaciones piadosas, mantenemos la ira a raya. Además, cuando no vivimos distraídos sino intencionales, Dios nos honra. Efesios 5:15-17 dice: “Así que, tengan cuidado de cómo viven. No seáis necios sino sabios, aprovechando bien vuestro tiempo porque los tiempos son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”.

El versículo 9 nos da la segunda clave cuando dice: “Ciertamente los de baja cuna son solo un soplo, los de alta cuna son solo una mentira. Si se pesan en una balanza, no son nada; juntos son sólo un respiro.” Evitaremos la ira cuando obedecemos a Dios con nuestras relaciones, cuando permitimos que Dios nos dirija a aquellos con quienes Él quiere que nos relacionemos, y cuando priorizamos bien esas relaciones. Dios primero, luego el cónyuge, los hijos y luego la familia extendida y los amigos.

Finalmente, el versículo 10 nos muestra que para dejar atrás la ira, debemos obedecer a Dios con nuestro dinero. Dice: “No confíes en la extorsión ni pongas vana esperanza en los bienes robados; aunque aumenten tus riquezas, no pongas en ellas tu corazón. Dios tiene un plan para que manejemos el dinero sabiamente, y si lo seguimos, no solo veremos un aumento de bendiciones, sino también una disminución de la ira.

La verdad es que muchos de nuestros problemas se crean porque tenemos una comprensión limitada de la bondad de Dios y Su soberanía. ¡Confiemos en Él con nuestro tiempo, relaciones y dinero, y observemos el bien que Él hará!

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